Soy Laura Peñalver Olmo, pedagoga
Una apasionada de la educación y las personas
Mi vocación por el ámbito educativo y social me ha acompañado desde el principio de mi vida pero no siempre me he dedicado a ellos de manera profesional.
Soy Laura Peñalver Olmo, una apasionada de la educación y las personas
Retrato realizado por Celeste, alumna del Taller EducAcción
Mi vocación por el ámbito educativo y social me ha acompañado desde el principio de mi vida pero no siempre me he dedicado a ellos de manera profesional.
“La educación no cambia el mundo; cambia a las personas que van a cambiar el mundo” Paulo Freire
Os cuento un poco: yo fui una niña muy feliz, creativa, sociable, cariñosa, juguetona… llena de cualidades (como tod@s l@s niñ@s) pero que tal vez no eran las más valoradas por el mundo adulto. Fuí creciendo, llegó la adolescencia y con ella la toma de decisiones académicas y formativas; para entonces mi autoestima ya estaba lo suficientemente afectada como para no creer en lo que yo misma deseaba, y delegar esas decisiones en terceras personas. Acabé cursando Administración y Finanzas y trabajando en este ámbito más de 16 años.
Después me convertí en madre y aquella renacuaja hizo resurgir en mí, con más fuerza que nunca, la pasión por la educación. Sentía que me enfrentaba a la tarea más importante y ambiciosa a la que lo haría jamás y quería hacerlo bien. Comencé a leer sobre crianza, sobre estilos educativos, sobre el vínculo de apego, a asistir a conferencias y a charlas, a participar en talleres… y comencé a valorar seriamente el estudiar Pedagogía, pero, ¿hija, trabajo y estudios?
El momento perfecto es aquel en el que tú te sientes preparada.
Tenía claro que yo ya era una figura de referencia para mi hija y la pregunta era: ¿qué tipo de influencia quiero ejercer? Yo quería enseñarle que cualquier cosa que se desea con la suficiente fuerza y perseverancia, se puede conseguir y también sabía que la palabra empuja pero el ejemplo arrastra. En aquella época la vida me ofreció un aprendizaje muy valioso; el momento de emprender algo no tiene por qué ser el estipulado por otros, ni en el que menos ocupaciones tienes. El momento perfecto es aquel en el que tú te sientes preparada.